Un elefante marino
del sur (Mirounga Leonina) en el
estuario interior del Golfo de Guayaquil; lecciones de un evento inusual
Acta
Oceanográfica del Pacífico DOI:https//doi.org/10.54140/raop.v3i1.32
Recibido
19 de enero 2021 Aceptado
09 de enero 2021 Vol 3.
No. 2. 2021 ISSN:
1390-129X ISSN:
2806-5522 Pg. 1-8
A southern elephant seal (Mirounga
leonina) in the inner estuary of the Gulf of Guayaquil; lessons of an unusual
event.
Fernando
Félix
Doctor en Ciencias Biológicas
Pontificia Universidad Católica del Ecuador PUCE,
Museo de Ballenas
Quito, Ecuador
Orcid: https://orcid.org/0000-0001-7881-3114
Un elefante marino
fue registrado el 23 de octubre de 2017 en el río Milagro, Ecuador (2°7’34’’S,
79°40´16”W). El tamaño del ejemplar se estimó en aproximadamente 4 m de
longitud y su peso entre 1 y 2 toneladas. Una probóscide bien formada y
cicatrices atrás de la cabeza indicaban que se trató de un macho adulto. Su
presencia coincide con la época en que los elefantes marinos del sur (Mirounga leonina) van a tierra para
reproducirse, lo cual sería la razón de este inusual registro. Anomalías
térmicas a causa del reciente evento ENSO estarían relacionadas con el
movimiento del animal fuera de su área normal de distribución. Registros
previos de elefantes marinos en Ecuador muestran incertidumbre en la
identificación de la especie, por lo que este sería el primer registro
confirmado de un elefante marino del sur en aguas ecuatorianas. El animal fue
forzado a dejar el río Milagro por personal de instituciones públicas y
personas del sitio en respuesta a la presión mediática. Se proporcionan algunas
recomendaciones a las autoridades para tratar futuros eventos de este tipo de
una manera más apropiada.
Palabras clave: Elefante marino del sur,
Ecuador, ENSO, golfo de Guayaquil.
An elephant seal was recorded on 23 October 2017
in the Milagro River, Ecuador (2°7’34’’S, 79°40´16”W). Its size was estimated
at approximately 4 m in length and between 1 and 2 tons in weight. A
well-developed proboscis and scars behind the head indicated that it was an
adult male. His presence coincides with the time when the southern elephant
seal Mirounga leonina come to shore
for breeding, which would be the reason for this unusual record. Thermal
anomalies due to the recent ENSO event would explain the extensive movement of
this specimen outside of its normal distribution range. Previous records of
elephant seals in Ecuador show uncertainty in the identification of the
species, so this would be the first confirmed record of southern elephant seal
in Ecuadorian waters. The animal was forced to leave the Milagro River by
personnel of governmental agencies and local people in response to the media
pressure generated by its presence. Some recommendations to authorities are
made to deal more appropriately in future events of this type.
Key words: Southern elephant seal, Ecuador, ENSO, Gulf of Guayaquil
La presencia de elefantes marinos en Ecuador es un
evento inusual. Existen dos registros previos en Ecuador continental realizados
en 1998 y 2002, el primero en el río Babahoyo y el segundo en el Estero Salado (Álava
& Carvajal, 2005).
Adicionalmente hay otros dos casos de elefantes
marinos jóvenes fotografiados en Playa Tortuga Negra, isla Isabela, Galápagos,
en 2004 (Vargas et al., 2004). Sin
embargo, en los cuatro casos no se pudo establecer con certeza la especie pues
hay dos especies de elefante marino, el del norte Mirounga angustirostris y el del sur Mirounga leonina. El elefante marino del norte es un poco más
pequeño que el del sur y tiene una distribución circunscrita al Pacífico Nororiental
desde Baja California en México hasta Alaska y las islas Aleutianas por el
norte, y por el oeste hasta los 180° W (Reeves, et al., 1992; Hückstädt, 2015).
Se han registrado especímenes en el Pacífico Occidental
tan lejos como Japón (Ídem), indicando que la especie ocasionalmente puede
realizar movimientos extraordinarios. El elefante marino del sur tiene una
distribución circumpolar con sitios de reproducción localizados en áreas
antárticas y subantárticas, aunque también hay colonias reproductivas grandes
en península Valdés al sur de Argentina y las islas Malvinas (Reeves, et al., 1992; Lewis et al., 2006; Hofmeyr, 2015) y pequeñas colonias en el extremo sur
de Chile (Acevedo et al., 2016). Del
elefante marino del sur se han reportado animales errantes en diferentes
continentes e incluso hay un registro en la península de Omán a18° N de latitud
(Johnson, et al., 1990). La especie
también ha sido reportada con cierta frecuencia en ambas costas de Sudamérica
(Lewis et al., 2006). En Brasil se
han reportado docenas de casos a lo largo de todos los meses del año hasta casi
4°N de latitud (Lodi & Siciliano, 1989; De Moura et al., 2010) y en la costa occidental de Sudamérica la especie ha
sido registrada desde el sur de Chile (Torres, 1981; Pacheco et al., 2011; Acevedo et al., 2016) hasta el archipiélago Las
Perlas en Panamá a los 8°47’N (Redwood & Félix, 2018), esto es, alrededor
de 1,500 km al norte de Ecuador. Este último registro apoya la creencia de que
el espécimen del río Milagro y de al menos los dos anteriores casos ocurridos
en la costa de Ecuador también podrían ser de elefantes marinos del sur.
El 23 de octubre de 2017, un elefante marino fue
observado en el río Milagro, en el estuario interior del golfo de Guayaquil,
Ecuador (Figura 1). La noticia fue cubierta ampliamente por medios de prensa
locales así como por redes sociales. El autor estuvo en el sitio y encontró al
animal en el recinto el Cóndor (2°07’34’’S, 79°40´16”W), a unos 5 kilómetros al
sureste de Yaguachi (Guayas). El hocico corto, aletas posteriores rectas y
dirigidas hacia atrás y una probóscide con grandes orificios nasales
confirmaban que era un elefante marino macho (Reeves, et al., 1992; Jefferson et al.,
2008).
Este caso ofreció una nueva posibilidad de observar un
elefante marino en Ecuador continental después de 15 años. Sin embargo, la alta
visibilidad mediática del evento obligó a las autoridades ambientales a
intervenir forzando al animal hacia el río Babahoyo con la esperanza de que
regrese al mar. En este artículo, se describen las circunstancias particulares
que rodearon este inusual evento, se revisan aspectos biológicos que
permitieron identificar la especie y proponer una explicación para su presencia
lejos de su área de ocurrencia. Finalmente, se hacen recomendaciones a las
autoridades ambientales para que futuros eventos de este tipo sean manejados de
una manera más apropiada.
Figura 1. Sitio donde se registró el
elefante marino (estrella) en el estuario interior del golfo de Guayaquil.
Observaciones en el sitio del evento
Al momento de llegar al sitio del evento había mucha
gente en la orilla del río atraída por la noticia y un grupo de 6 personas en
el agua trataba de dirigir al animal hacia Yaguachi, donde el río es más
profundo, con la intención de que el animal encuentre su propio camino de
regreso (Figura 2). La marea estaba baja en ese momento y habían zonas del río
que tenían 30 o 40 cm de profundidad, por lo que al animal le costaba trabajo
avanzar. Un agricultor que vive junto al río informó al autor que lo vió llegar
esa madrugada y que a esa hora la marea también estuvo en bajamar. El tamaño
del animal fue estimado en 4 m de longitud total (incluyendo las aletas
posteriores), usando como
referencia la estatura de las
personas que estaban en el agua y su peso estimado entre 1 y 2 toneladas. Era
un ejemplar robusto y parecía en buenas condiciones físicas. Su coloración era
marrón claro uniforme. Por detrás de la cabeza tenía una cicatriz recta de unos
15 cm y otras pequeñas redondas deprimidas,
probablemente causadas por dientes de enfrentamientos previos con otro macho,
lo que demuestra que el animal era un adulto joven en edad reproductora,
quedando las cicatrices como evidencia de encuentros agonísticos (Figura 3). Un
poco más atrás y del lado izquierdo del cuerpo se observaba una herida
circular, que parecía reciente, de unos 5 cm de diámetro; aparte de esto, no se
observaron heridas en otras partes del cuerpo que pudieran sugerir un daño
externo mayor.
Figura 2. El animal rodeado por personas
que lo forzaban a moverse río abajo.
Figura 3. Forma de la probóscide típica de un macho adulto de elefante
marino del sur. Nótese las cicatrices en el dorso atrás de la cabeza.
El animal fue forzado a avanzar por el lecho seco del
río, las personas hacían ruido, lo tocaban con un palo en diferentes partes del
cuerpo, lo agarraban de las aletas posteriores y le echaban agua con las manos
sobre la cabeza. El animal reaccionaba enérgicamente persiguiendo a las
personas por el agua; con energía, elevaba al aire sus aletas posteriores, para
luego levantarse sobre su parte posterior, giraba el torso, emitía
vocalizaciones y abría la boca de manera amenazante, entonces descendía
lentamente por el cauce. El animal lucía estresado, a ratos parecía estar
cansado y le costaba trabajo retomar el camino en busca de la parte más
profunda del lecho del río, donde se notaba podía moverse con menos dificultad.
En varias ocasiones se observó al animal mojándose el lomo con las aletas
pectorales, por lo que se presume se estaba sobrecalentando. El autor acompañó
el recorrido por 3 horas y media hasta el final de la tarde a lo largo de 4.1
km. Durante el recorrido se lo fotografió, se realizaron tomas de video y se
tomó una muestra de pelo, que fue preservada en alcohol, con la intención de
hacer un estudio de ADN.
El elefante marino fue visto al día siguiente
descansando sobre la orilla de un afluente del río Babahoyo en el sector de
Baba, 40 km río arriba, por personal del Ministerio de Ambiente que lo custodió
durante ese día. Después de esto ya no hubo nuevos avistamientos por lo que se
presume que el animal regresó al mar.
Discusión
Los elefantes marinos son los pinnípedos más grandes
del mundo y tienen un marcado dimorfismo sexual en edad adulta, lo que facilita
su identificación. Sin embargo, los jóvenes machos y las hembras son
físicamente similares hasta alcanzar la pubertad (3 a 6 años), a partir de lo
cual los machos se vuelven más grandes, voluminosos y desarrollan una
probóscide (Ling & Bryden, 1981; Reeves et
al., 1992).
En el caso del ejemplar del río Milagro, la presencia
de una bien formada probóscide, así como de cicatrices de peleas previas con
otros machos, indicaba que se trataba de un macho adulto. Esto contrasta con
reportes previos de animales errantes en ambas costas de Sudamérica de Chile y
Brasil que en su gran mayoría se trata de machos jóvenes (Lewis, et al., 2006; De Moura et al., 2010; Acevedo et al., 2016), como lo fueron también
los cuatro registros previos en Ecuador continental y Galápagos (Álava &
Carvajal, 2005; Lewis et al., 2006) y
en Panamá (Redwood & Félix, 2018).
Este es un hecho relevante pues al ser adulto y tener
una probóscide bien formada, aunque relativamente pequeña con respecto a su
contraparte del hemisferio norte, se puede afirmar con certeza que se trataba
de un elefante marino del
sur M. leonina, cuya probóscide es notablemente más pequeña
que en el elefante marino del norte (Reeves, et al., 1992). Así, este sería el primer caso confirmado de un
elefante marino del sur en aguas ecuatorianas.
La presencia de elefantes marinos en la costa norte de
Sudamérica y recientemente en Panamá, ha sido relacionada con anomalías térmicas
causadas por el fenómeno El Niño–Oscilación del Sur (ENSO), particularmente con
su fase fría (La Niña), (Álava & Carvajal, 2005; Redwood & Félix,
2018).
Durante la segunda mitad de 2017, la temperatura
superficial del mar en la costa oeste de Sudamérica estuvo entre -1º y -2ºC por
bajo del promedio (CIIFEN, 2017). Cambios ambientales bruscos provocados por el
ENSO tienen un impacto sobre la ecología reproductiva y alimentaria de los
elefantes marinos en ambos hemisferios (Crocker et al., 2006; Vergani et al.,
2008) lo que provocaría en algunos casos desplazamientos extensos fuera de sus
zonas normales de distribución.
Los animales errantes del sur llegarían al norte de
Sudamérica siguiendo el borde de la plataforma continental a lo largo de la
corriente de Humboldt; en su mayoría se trata de machos, los cuales tienen un
diferente patrón de dispersión que las hembras y se alimentan más cerca de la
costa (Acevedo et al., 2016).
Se desconoce de qué colonia reproductiva provino el
espécimen del río Milagro, pero lo más probable es que venga de alguna colonia
localizada en el sur de Chile o de Argentina. Los elefantes marinos observados
en las costas de Chile provienen principalmente de las islas Malvinas y de
Península Valdés en Argentina, aunque algunos podrían ser originarios de
individuos sobrevivientes de la población del Pacífico Sudeste, que se cree fue
exterminada en el siglo XIX (Acevedo et
al., 2016). El
análisis de ADN de la muestra de pelo de este ejemplar será clave para determinar su
origen.
Es importante destacar que los registros de los tres
elefantes marinos en aguas continentales de Ecuador ocurrieron dentro del
estuario interior del golfo de Guayaquil, donde la salinidad del agua es en
promedio 12% más baja que en el estuario exterior en la época seca y hasta 41%
más baja que en la época de lluvias (Stevenson, 1981). Dos de ellos incluso llegaron
por el mismo río Babahoyo.
Los elefantes marinos del sur van a tierra por
períodos cortos solo por dos razones, para reproducirse y para mudar el pelaje
(Reeves et al., 1992, Hofmeyr, 2015).
En el caso del ejemplar del río Milagro, su presencia coincidió con la época de
reproducción del elefante marino del sur que ocurre entre septiembre y
noviembre, siendo el pico reproductivo a principios de octubre (Hofmeyr, 2015;
Campagna et al., 1993).
Por tratarse de un animal adulto, es probable que
llegará a la costa buscando un sitio para reproducirse y al no encontrarlo
regresó al mar a los pocos días. Los casos previos en Ecuador continental
ocurrieron en diciembre y febrero (Álava & Carvajal, 2005) y el de Panamá
en diciembre (Redwood & Félix, 2018), meses que coinciden con la época de
muda de los elefantes marinos del sur (diciembre a marzo) (Hofmeyr, 2015). Esto
es evidente en las fotografías del animal de Panamá, en las que se observa
claramente que estaba mudando el pelaje. En contraste, los ejemplares
reportados de Galápagos ocurrieron en mayo, época de muda de los elefantes
marinos del norte (Worthy, et al.,
1992).
Uno de los ejemplares reportados en Galápagos estaba
mudando el pelaje (Vargas et al.,
2004), por lo que lo más probable es que
ambas especies de
elefantes marinos ocasionalmente frecuentan aguas ecuatorianas.
Del evento de 2017 se pueden sacar algunas lecciones
para tratar futuros casos de una manera más apropiada. Es obvio que las
personas a cargo del animal desconocían aspectos biológicos y fisiológicos de
la especie y por tratar de ayudar al animal pudieron causarle daño. Los
elefantes marinos son altamente susceptibles al estrés térmico cuando están en
tierra, pues tienen dificultades para eliminar el exceso de calor debido a su
gruesa capa de grasa subcutánea. Los pinnípedos regulan la temperatura corporal
a través de la piel y de la respiración, pero en casos de temperatura extrema
este mecanismo no es suficiente (Lewis & Campagna, 1998). El estrés térmico
puede llevar a la deshidratación por elevación de la temperatura corporal y por
pérdida de agua a través de la respiración (Huntley et al., 1984; Norris et al.,
2010), con mayor razón en un clima tropical como el de Ecuador al que no están
acostumbrados.
Las personas que estaban en el río durante el día de la
observación intentando forzar a salir al animal, tampoco parecían percatarse
del peligro que representa enfrentar a un animal tan grande en estado
silvestre. Las decisiones de qué hacer con el animal fueron tomadas
improvisadamente, más con buena voluntad que con conocimiento de lo que se
hacía. Para evitar arriesgar la vida de personas o de animales como el elefante
marino de Milagro, es necesario que la autoridad ambiental incorpore a su
gestión protocolos o planes de contingencia para una intervención eficiente.
No se debe permitir que personas sin experiencia se
arriesguen a manipular animales silvestres y tan grandes, sin equipo apropiado
y sin conocimiento de lo que es mejor para el animal. Por lo indicado, se
recomienda a las autoridades ambientales tomar en cuenta lo siguiente:
1.
Mejorar la coordinación
interinstitucional para atender futuros casos de este tipo, creando un
mecanismo de respuesta con roles específicos según la competencia y experiencia
de las personas asignadas al evento. Se reconoce los esfuerzos que realiza
actualmente el Ministerio de Ambiente para desarrollar un protocolo de atención
a varamientos y rescate de la megafauna marina.
2.
Formar un equipo
especializado en rescate de vida silvestre marina, debidamente entrenado y que
cuente con equipo básico para rescate de animales pequeños y grandes,
incluyendo ballenas, lobos marinos, tiburones, mantas y tortugas. Solo personas
con experiencia en la manipulación de animales grandes deben estar cerca de
ejemplares vivos.
3.
Evaluar la necesidad
de intervenir según las condiciones del momento bajo la premisa de actuar si la
vida del animal o de la población local corre peligro.
4.
Proporcionar
información precisa y en tiempo real a los medios y al público en general para
bajar la presión mediática y tomar las decisiones con serenidad.
Nota al final. Otro
elefante marino fue registrado el 10 de diciembre de 2017 en Yaguachi,
provincia del Guayas, a unos 5 kilómetros de distancia del caso anterior. Se
trató de un animal juvenil, sin probóscide. En la fotografía, circulada con la
nota de prensa de diario El Universo, “Se observa que el animal está mudando la
piel”, lo que indica que también se trató de un elefante marino del sur.
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